lunes, 2 de noviembre de 2009

Puntos neurálgicos de poesía al aire libre

Iniciando un poético recorrido, desde los adoquinados rincones de la calle Cienfuegos interior -número 33 segundo piso-, podemos ver que nuestra capital ofrece al curioso las sutiles, aunque un tanto escondidas, riquezas de un particular museo de “casas viejas”. En este sentido, no puede dejar de mencionarse el tango que lleva este nombre, y que hace alusión a la nostalgia de las añosas construcciones que se han ido yendo: “¿Quién vivió en estas casas de ayer, /viejas casas que el tiempo bronceó, /patios viejos, color de humedad, /con leyendas de noches de amor?”
La respuesta a esta melódica pregunta, y haciendo referencia al apelativo de “poético” que puede darse a este recorrido es: primero, el poeta Vicente Huidobro, cuya vieja casa en la mencionada dirección de Cienfuegos hoy es una ruta de peregrinación al paso de los vates jóvenes. Aquí se juntaban con el creacionista los poetas de la generación del 38, como Teofilo Cid, Enrique Gómez Correa y Eduardo Anguita. Hoy los dueños del lugar, don Alejandro y su familia -que compraron la casa después de la muerte del poeta en el año 48- dicen no saber mucho y sólo conocer el nombre de Huidobro como un lejano eco que referencia la fama del autor de un libro llamado Altazor. Relatan que compraron el lugar a un juez de la corte suprema que se los habría comprado anteriormente a los Huidobro.
Siguiendo hacia el sur, luego de abordar las atochadas líneas del metro Los Héroes para bajarnos en la estación Franklin y caminar de ahí hacia el poniente, es posible tener acceso a un segundo lugar mágico. Se trata de la escondida plaza Huemul, rodeada de hermosas casas de barrio que datan del año 20. El lugar está yendo por Placer y doblando por Waldo Silva.
Ahí se ubica entre otras curiosidades la casona que Silvio Caiozzi usó para su película Coronación, y además, un poco más allá, nuestro nuevo punto poético: la casa de la señora Marta y la pequeña Belén, donde en 1922 vivió la poetiza Gabriela Mistral.
En este barrio la Premio Nóbel se movía con su sombría figura de maestra de pueblo, haciendo clases incluso en una escuela que está casi al frente del lugar. La señora Marta relata que la casa ha tenido muchas remodelaciones y que casi nadie sabía que ahí vivió Mistral hasta que el alcalde Ravinet mandó a poner una placa en la puerta. Eventualmente estos dos sitios no gozan del reconocimiento popular de nuestro tercer punto de poesía al aire libre. Volviendo al metro, para llegar cerca del Cerro San Cristóbal, es posible encontrar en sus cercanías –Fernando Márquez de la Plata específicamente- la casa de Pablo Neruda. Ahí las remodelaciones o las visitas obedecen a funcionales ideas de marketing de la Fundación Neruda, que ha cargo del abogado Juan Agustín Figueroa, es un hermoso museo que habla metafóricamente de la consolidación masiva que logró el poeta a diferencia de sus otros dos colegas.

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