jueves, 12 de febrero de 2009

Recordando al querido Dr Mortis

La risa característica del siniestro Dr. Mortis no abandonó nunca, aunque ostentándose siempre en menor medida que la tétrica carcajada de la radio, a su creador e interprete, Juan Marino, quien, hasta que murió, a los 86 años el 12 de junio del 2007, siempre tuvo – según cuenta su hijo Mauricio Marino- el buen humor del multifacético padre que diera vida a tantos recordados radioteatros, así como programas de jazz, tango e historietas como Jungla, La Legión Blanca, El Jinete Fantasma y el mismo Dr. Mortis”, tanto en nuestro país como en Trelew, pueblo de la patagonia argentina en que vivió sus últimos días.
Otrora- desde 1945 hasta 1982- los parlantes temblorosos de las radios chilenas acompañaban el ritmo de una tétrica musiquilla, coronada por la voz de Marino relatando sus historias, terrorífica dinámica que, según dijo alguna vez, nació emulando lo que hacia Boris Karloff en la BBC, aunque con algo nuevo: mientras los del actor de Frankenstein eran netamente cuentos, en los guiones de Marino el personaje relator intercalaba a ratos su protagonismo en la historia, siendo él mismo partícipe, así como también muchas veces el causante de los males que confluían en su narración. Este personaje era el Siniestro Doctor Mortis, quien, según cuenta el numero uno de la historieta publicada por editorial Zig Zag en 1966, surge como una sombra antropomórfica con diversos rostros, y obedece a una representación del mal que data ya de épocas remotas como la edad media, la revolución francesa, pasando a la época moderna, llegando incluso después, en la última etapa de la publicación en los años 80, al espacio, tomando la historia tintes de ciencia ficción que fueron criticados por los fanáticos, diciendo que se perdía al Mortis original.

En el acontecer de casi 40 años de la historia transmitida entre otras por Radio Nacional, Yungai, del Pacífico y Portales, transitaron los zombies o no muertos, los robots, los laboratorios científicos, los vampiros, los dioses paganos, los intercambios de cerebros, el demonio, etc. Esto confluyó en tétricos paisajes alrededor del mundo, en África, en Estados Unidos y en Europa, poco en Chile, ya que su creador aducía que era mucho más atrayente un castillo europeo medieval que una casa de Providencia o Nuñoa. Esto daba lo mismo a los fanáticos, ya que Mortis fue uno de los productos más consumidos en la época del radioteatro, el que tuvo su símil además en este caso, en los comics, tres libros de relatos o cuentos escritos por Marino, y además, dos LP que salieron a la venta como un verdadero boom. “La imaginación de mi padre no tuvo límites”, relata su hijo, quien al otro lado de la línea telefónica se emociona al recordar sus últimos días:“mi papá tenía un cáncer al estomago desde el año 92 que iba muy lento, y en sus últimos momentos ya no quiso tratamientos, aunque pudieron haberlo operado. Su recaída final fue en abril del año pasado (2007) y después de eso nunca dejó los micrófonos. Estuvo haciendo sus programas incluso una semana antes de fallecer. No estuvo postrado y no murió por el cáncer si no que le dio taquicardia. Lo llevamos a la clínica y cayó en coma farmacológico de las 12 hasta las 8 de la mañana en que falleció. Estuvo lucido, bromeando en la ambulancia y ante el doctor, diciéndole: este es el último partido que me juego. Le molestaba estar tan lucido y tener cáncer”.

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