domingo, 8 de febrero de 2009

Habana, sucia y caliente: Entrevista a Pedro Juan Gutierrez

Le dicen el Bukowski cubano y en sus letras se mezcla el candente calor del erotismo y también la bajeza y decadencia social de la isla. Pedro Juan Gutiérrez no es el único. Cuba tiene un panorama literario interesante de narradores que desde el erotismo validan los códigos propios de un punto de vista muy oscuro de su ardiente idiosincrasia.


El candente erotismo caribeño, los sinuosos cuerpos cubanos que se agitan, inagotables al son de la salsa y su provocativo delirio, producto del violento pero a la vez hermoso desenfreno propio de un pueblo sazonado con un ritmo de carnaval. Todo eso está descrito con sugerente sabor en la más nueva literatura cubana, aquella que presenció el apogeo y la gradual crisis del discurso socialista en la infancia y juventud de sus autores -en su mayoría nacidos entre 1960 y 1975- y quienes hoy se empeñan en conciliar los códigos propios de la posmodernidad para dar rienda suelta a sus fabulaciones personales, y agregarle a este "sabor" una gota amarga.
Ellos asocian su literatura a los temas más duros de la isla. El sida, la prostitución, la migración, la pobreza, el cansancio de la política, la inserción en lo globalizado, entre otros, se vuelcan en apocalípticos y calurosos paisajes en que el sexo y su "pequeña muerte" es el único modo de redimir la desesperación.

Sin duda, el representante más emblemático de las letras sucias del erotismo cubano es el llamado "Bukowski de La Habana", Pedro Juan Gutiérrez, pero también pueden nombrarse autores como Pedro de Jesús Lòpez (1970) y su novedosa indagación en las formas del amor homosexual: "Se corta las uñas de la mano derecha, o izquierda, no recuerdo, y le introduce los dedos en el ano a él, así, de pie, a sangre fría". (Cuento "La carta".) Ena Lucía Portela (1972) y sus violentas formas de amor: "Mi placer, desde luego, le sonaba ficticio. ¿Por qué yo suspiraba? ¿Por qué gemía? ¿Por qué la humedad tan rápido, si él sólo aspiraba a torturarme? Y las otras señales, ¿por qué? ¿Acaso podía gustarme un tipo a quien no entendía para nada, que hubiera podido ser mi padre y que fregaba el piso conmigo?" (Cuento "Por lo menos un tortazo".) Jorge Ángel Perez (1963) quien explora una riquísima y enervante épica carnal en sus antihéroes que fuerzan al máximo las posibilidades amatorias del cuerpo incluso mutilado. Y por nombrar a otros: la prolífica Ana Lidia Vega Serova (1968); Marcia Morgado (1951) y su célebre "Memorias Eróticas de una Cubano-americana"; Zoe Valdez (1959), cuya obra está calificada de pornográfica, y que hurga, en poesía y narrativa, en la realidad concebida como espacios de nada cotidiana que se alían a una postura escritural crítica que la autora tiene hacia el gobierno de Castro: "La situación cubana no va a variar en mí", dice en una entrevista. "Cuando estás marcada por una situación como esa, esa es tu vida y se acabó". Además encontramos en este panorama a Amir Valle, Alberto Garrido, José Miguel Sánchez y Vivian Jiménez, entre otros.

Pedro Juan Gutiérrez y su manual de perversiones

El calvo Pedro Juan Gutiérrez no aspira a las grandes historias. El calvo Pedro Juan prefiere, en cambio, escribir de sus caminatas por los barrios pequeños como el suyo en la calle San Lazaro, ciudad de la Habana. Entre el colorido ambiente de suciedad de los parques de la isla en que las putitas adolescentes tienen sexo a vista del observador que se masturba entre el follaje, como cuenta en su novela "El Rey de la Habana". Y así lo dijo una vez: " Quiero escribirlo tan natural, para que incluso lo que hago no parezca literatura".
El calvo Pedro Juan (1950) es la pura sepa de una Habana candente que es imposible despegar de la suciedad. Su erotismo literario es la mezcla de perversión y la decadencia en que gana cuerpo la más sórdida oscuridad del amor, como única redención para la miseria."Olga apenas tenía veintitrés años, pero había llevado una vida demasiado desenfrenada, con mucha marihuana, alcohol y sexo de todo tipo. Alguna vez tuvo sífilis pero ya la tenía bajo control…Vivir en el cuartucho de Olga era como estar metido dentro de una película pornográfica. Y aprendí. Aprendí tanto en aquel tiempo que tal vez algún día escriba un Manual de Perversiones"
Esta profecía que escribió en su cuento "Aplastado por la Mierda" se hizo realidad. Se ha escrito, nutrido por su biografía de boxeador, cortador de caña, vendedor de helados, soldado y periodista entre otros - a lo largo de más de 15 libros desde 1989, en que inauguró su obra con "Vivir en el Espacio: del sueño a la realidad". Titulo sugerente si pensamos que sus anónimos y por ende inubicables personajes gravitan en un espacio literario sin perdón, y que sin mencionar la política, en esta omisión para muchos lectores se hacen patentes como una crítica feroz a la Cuba de Fidel. Aquí la realidad transita en el dejo u abandono social que tiene la ciudad desacralizada del mito de la revolución, lejisimos del paraíso socialista. Es la Cuba de los 90. La que por el bloqueo, la caída de la unión soviética o la que liza y llanamente por el cansancio, se viene abajo o está repleta de enfermedades venéreas, travestis, sida, asesinatos, y hacinamiento. Sus personajes transitan sin posibilidad, nacidos para la derrota, perceptibles a través de su pluma como una masa agria de olores y sensaciones que pese a su miseria encuentran el amor como una redención momentánea a través del sexo duro, descrito con belleza.


-¿Podría hacer una breve relación entre la literatura cubana y el erotismo o calor sexual tan propio del caribe?
-El erotismo y el sexo forman parte de la literatura cubana desde sus inicios. En 1883, la primera novela cubana es "Cecilia Valdés" y su protagonista es una mulata muy sexy y hace un trío con dos hombres al mismo tiempo. Creo que al igual que el sexo como expresión de la alegría de vivir forma parte de la vida cotidiana del cubano, en nuestra literatura es lo mismo.

-¿Cómo un cubano escribe sobre sexo?
-Un escritor nunca "sabe" como escribe. Uno solo dispone de la intuición para escribir. No es un método. Nadie tiene un método para escribir porque cada libro es diferente del anterior. Pero yo al menos uso mucho mi experiencia y mis emociones. Mis libros tienen poco de proyecto intelectual y mucho de corazón.

-Siendo su escritura un reflejo descarnado de una Cuba subterránea, ¿de qué manera el sexo funciona como una redención para la miseria y el dolor?
-Sexo, ron y música. Si vamos a simplificar, esa es la clave del asunto. Ha sido así desde siempre en esa Cuba más underground, que es la que me interesa y la que exploro en mis libros. Hablamos de un pueblo mestizo. Con africanos. Y un pueblo que vive en el calor, donde la gente no usa mucha ropa y donde se simplifica la vida, las tradiciones y el lenguaje.

-Sus personajes transitan en la nada cotidiana y son como ud, la múltiple conjunción de experiencias duras, de oficios, de búsquedas hermosas y también ingratas, a veces destinadas a la derrota ¿cómo se escribe el pueblo cubano a través suyo? ¿cómo es esta voz que es candente en su amor pero terrible en su acontecer?
-No creo que mi voz sea la de todo el pueblo cubano. Mis libros son muy autobiográficos y se concentran en un barrio: Centro Habana, ni siquiera en toda la ciudad, sólo en ese barrio. La gente de otras provincias y de otras regiones son muy diferentes.
Y por supuesto mis novelas y cuentos son una mezcla de realidad y ficción. Estoy contando historias, intensas, fuertes, y casi siempre desastrosas.

- ¿Por qué hay jóvenes autores que dicen estar más preocupados de la literatura que de la política? Me refiero a autores jóvenes como Ena Portela. ¿Es común un cansancio de la política?
-Creo que sí. Ha sido mucho tiempo con un protagonismo muy intenso de la política. 50 años. Se dice rápido. No puedo hablar por otros. Hablo por mí. Estoy cansado, agotado, extenuado. Acabo de cumplir 59 años. Los años que me quedan de vida pienso dedicarlos íntegramente a la literatura.

-¿Por qué escribe, o sea, qué es lo que condicionó el tono fuerte de sus letras? ¿De qué modo la caída de la unión soviética, el declive económico, el bloqueo, la migración, etc. condicionaron sus temáticas?
-Precisamente, al entrar mi país en una fuerte crisis económica, social y política en 1991, se derrumbaron muchas cosas dentro de mi y en los alrededores. Y empecé a escribir en 1994 con una fuerza llena de rabia. Una energía muy extraña y furiosa, que no había experimentado antes. Muy defraudado, muy decepcionado.

-En sus cuentos y novelas se refiere muy poco a su gobierno ¿ en esta omisión hay implícita una crítica?

-No. La literatura no sirve para criticar ni para defender nada. Ni religiones, ni políticas, ni nada. Uno sólo escribe una historia, que se contamina con todo. Después cada quien lee lo que quiere. Al que le interesa el sexo ve mucho sexo. Al que le interesa la antropología ve mucho de eso en mis libros. Y así. Cada quien se construye su propio libro. Pero para mi lo que hay es una historia fuerte, que merece ser contada y nada más.
Para criticar está el periodismo, que es muy circunstancial y coyuntural. Yo hice periodismo durante 26 años. Los últimos diez años los he dedicado a la literatura. Y ahí estoy.

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