domingo, 1 de febrero de 2009

Las expediciones del Reich a nuestro continente


Indiana Jones era nazi

Pero no el de la película, si no el verdadero, el arqueólogo alemán Edmund Kiss, personaje digno del libro de Bolaño “La Literatura Nazi en América”, quien además de haber usado el mismo sombrero del aventurero del celuloide, efectuó descubrimientos “similares”, situando los vestigios de la civilización atlante en América del Sur.

Miembro de las Waffen SS y comandante de la guardia personal del Fürher en los cuarteles de Wolfsschanse al final de la guerra, Edmund Kiss, tras la derrota del 45, fue hecho prisionero por los rusos en Dachau. Liberado tres años después, su rastro se pierde en el misterio: uno de sus compañeros de cautiverio relató que el investigador le confidenció que volvería a Sudamérica, o tal vez al Himalaya, a reencontrarse con los vestigios de la Atlántida. Y es que este arquitecto y arqueólogo alemán, nacido en 1886 y conocido en el Reich justamente como el Poeta de Atlantis, es un desconocido símil del aventurero de la pantalla, Indiana Jones.
La historia del héroe de látigo y sombrero encuentra su aproximación con Kiss en varios puntos de su biografía, dados a conocer en la serie producida por George Lucas y dirigida por Jim O'Brien en el año 92 -The Young Indiana Jones Chronicles-, en la que “Indi”, encarnado por el actor Sean Patrick Flanery, participa en una serie de misiones peligrosas en la Primera Guerra, las que forjarían su futuro carácter de indolente arqueólogo. Decepcionado por el trato a los alemanes en el Tratado de Versalles, Henry Jones Junior -quien toma el apodo de Indiana por el perro que tenía de niño-, decide volver a Norteamérica y comienza las investigaciones que después lo llevarían a descubrir el arca perdida, la copa santa, y en esta nueva saga, la calavera de cristal, última pieza que se basa en varios hallazgos reales de cráneos tallados en cuarzo en distintos puntos de Sudamérica, y que según los alemanes provenían de la Atlántida.
Quitando los tintes cinematográficos, la historia de Edmund Kiss, quien recorrió nuestro continente entre 1928 y 1936, se desenvuelve entre una serie de excéntricas teorías que se vuelcan en una extensa obra prácticamente desconocida en la actualidad, y que lo llevaron a buscar antiguos templos y ciudades perdidas.
Tras participar en la Primera Guerra Mundial y dedicarse a escribir una serie de raras novelas fantásticas de historia y aventura, Kiss se consagró a desarrollar un trabajo investigativo en arqueología, basándose en los postulados de su maestro, el profesor austriaco Hans Hörbiger (1860-1931), quien, a través de su teoría de la Cosmogonía Glacial, postulaba una serie de catástrofes cíclicas que asolaron y asolarán la tierra, acompañadas por fuertes cambios climáticos.
Según postula Horbiguer, estas destrucciones a escala planetaria acabaron con antiguas culturas protohistóricas. Para él -según trata en su obra Glazial Cosmologie-, el universo se rige por las leyes de atracción y repulsión que lo crearon a través de un choque inicial entre una gigantesca supernova y un bloque galáctico de hielo, que al unirse y explotar posteriormente, habrían formado los planetas, los cuales están destinados a absorber a sus pequeños cuerpos cercanos o satélites, y luego ser atraídos por el sol para después nuevamente renacer en una nueva explosión.
Según esto entonces, hace miles de años una antigua luna se acercó a la Tierra, haciendo que la marea y también el tamaño de las criaturas aumentara. Esto explicaría la existencia de los dinosaurios y también de los gigantes en las mitologías, los que, antes de desaparecer por el choque lunar, habrían emigrado a tierras altas, huyendo de las grandes inundaciones, y dejando a su paso una serie de vestigios inexplicables en distintos lugares del mundo, así como los rastros de la destrucción de la Atlántida, Mu y Lemuria.
En 1933, los nazis, a través de su sociedad “Studiengesellschaft für Geisteur Deutsches Ahnenebre”, quisieron comprobar estas leyendas para revivir lo que llamaron su herencia ancestral germánica. Para esto, patrocinando la investigación de Kiss en América, quisieron encontrar los vestigios de estas civilizaciones perdidas, basándose además en las noticias de misteriosos hallazgos, como los cráneos tallados en cristal descubiertos en Centroamérica y en Brasil, varias ruinas monumentales y cabezas con rasgos nórdicos en Tiahuanacu, ciudad andina que según las conclusiones de estos arqueólogos, habría sido un antiguo “puerto” que hoy está emplazado a 3800 metros sobre el nivel del mar.
Además, estas expediciones tras recorrer varios puntos de Bolivia y Perú, llegaron a Chile, donde establecieron la existencia de redes de túneles subterráneos en Atacama. Mucho de la investigación desarrollada por Edmund Kiss en relación con América, se volcó en sus novelas, donde relata las migraciones del antiguo pueblo atlante, desolado tras la caída de una luna en la era terciaria. Entre sus obras, inencontrables en castellano salvo por algunas traducciones hechas en nuestro país por el Historiador de la UC Rafael Videla Eissmann, se pueden nombrar: “Das Glaserne Meer”, “Fruhling in Atlantis” y “Die Letzte Koniging von Atlantis”.
Los viajes del Tercer Reich no sólo recorrieron Sudamérica, si no también el Tibet y el desierto del Sahara, y además de Kiss, participaron una serie de conocidos investigadores que igualmente adherían a lo dicho por Hörbiger: Ernst Schaffer, Hanns Wolfgang Behm y Herman Wirth.



2 comentarios:

  1. muy bien hecho su reporte ,salvo por una cosa encontraron restos de los culales extrajeron adn e nacieron niños con ello .con el avanze tecnologico y madres que los tuvieron

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  2. tutank-amon dijo que despues de 3000 años verian su rostro otra vez ,asi se cumple cuando en italia estan dando la forma real del rostro a las momias . despues de todo el linaje dorado de" saturno y rea "volvera solo se fueron en un sueño de edades . recuerda la estrella de la mañana lucero del alba del linaje de david .

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