Por Mauricio Valenzuela
Juan Antonio Santis es, desde hace casi dos décadas, un escultor de nacionalismo. Sus dúctiles manos han esculpido soldaditos en miniatura moldeados luego en plomo y resina; efigies llenas de vida que recrean al valiente roto de la Guerra del Pacífico o reviven, con minucioso amor, a los héroes de nuestra América: Francisco Solano López, Candelaria Pérez, Arturo Prat, Diego Portales, O´higgins y Carrera, entre otros.
En cada una de estas piezas – comercializadas subterráneamente y casi sólo con un fin aventurero bajo el sello Dórica- encontramos, junto con una insistencia obcecada por algo que parece ya imposible –la admiración por el heroísmo de hombres ya olvidados-, un verdadero hito de continuidad en lo que a un antiguo oficio se refiere. Un oficio que en Chile tuvo a variados cultores, que como Santis quisieron, junto con legar la alegría en la creación de un juguete que pudiéramos llamar nuestro, perpetuar una identidad luchando contra lo masivo, lo triste de la producción en masa y sin vida de lo importado.
Santis por fin nos entrega un libro: “Juguetes con uniforme” que acaba de salir, dando nuevamente un golpe a la cátedra en cuanto a lo que el tema se refiere.
La preocupación de este modesto, pero a la vez prolífico investigador, se centra en los pequeños ídolos de la Historia. El juguete chileno que crea un imaginario nacionalista, donde subyace lo más hermoso de nuestro pueblo: el oficio, la niñez, la identidad, la tradición. El escultor Juan Antonio Santis hace mucho tiempo que deambula en una solitaria cruzada por los pasillos de una memoria que naufraga en ferias persas y casas de antigüedades. Su curiosidad no es sólo por una pieza de plomo, madera, plástico o cerámica. Su búsqueda es en verdad metafísica. Juan Antonio es un hombre que busca a Chile dentro de Chile. Los pedazos desteñidos de la patria son para él, como para pocos, materia de estudio y de museo. El Museo del Juguete Chileno ha sido un proyecto que ha ganado por años su desvelo y deambular por distintas oficinas públicas o frente a un cerro de autoridades que por lo que se ve aún no han tomado el peso de esta tremenda propuesta. Por lo menos si aún no tenemos este museo que tanto necesita el bicentenario, el nuevo libro nos da un primer atisbo, nos pone la piedra angular de un camino que se proyecta hacia un futuro esplendor en cuanto a nuestras tradiciones más lindas se refiere.
Juan Antonio Santis es, desde hace casi dos décadas, un escultor de nacionalismo. Sus dúctiles manos han esculpido soldaditos en miniatura moldeados luego en plomo y resina; efigies llenas de vida que recrean al valiente roto de la Guerra del Pacífico o reviven, con minucioso amor, a los héroes de nuestra América: Francisco Solano López, Candelaria Pérez, Arturo Prat, Diego Portales, O´higgins y Carrera, entre otros.
En cada una de estas piezas – comercializadas subterráneamente y casi sólo con un fin aventurero bajo el sello Dórica- encontramos, junto con una insistencia obcecada por algo que parece ya imposible –la admiración por el heroísmo de hombres ya olvidados-, un verdadero hito de continuidad en lo que a un antiguo oficio se refiere. Un oficio que en Chile tuvo a variados cultores, que como Santis quisieron, junto con legar la alegría en la creación de un juguete que pudiéramos llamar nuestro, perpetuar una identidad luchando contra lo masivo, lo triste de la producción en masa y sin vida de lo importado.
Santis por fin nos entrega un libro: “Juguetes con uniforme” que acaba de salir, dando nuevamente un golpe a la cátedra en cuanto a lo que el tema se refiere.
La preocupación de este modesto, pero a la vez prolífico investigador, se centra en los pequeños ídolos de la Historia. El juguete chileno que crea un imaginario nacionalista, donde subyace lo más hermoso de nuestro pueblo: el oficio, la niñez, la identidad, la tradición. El escultor Juan Antonio Santis hace mucho tiempo que deambula en una solitaria cruzada por los pasillos de una memoria que naufraga en ferias persas y casas de antigüedades. Su curiosidad no es sólo por una pieza de plomo, madera, plástico o cerámica. Su búsqueda es en verdad metafísica. Juan Antonio es un hombre que busca a Chile dentro de Chile. Los pedazos desteñidos de la patria son para él, como para pocos, materia de estudio y de museo. El Museo del Juguete Chileno ha sido un proyecto que ha ganado por años su desvelo y deambular por distintas oficinas públicas o frente a un cerro de autoridades que por lo que se ve aún no han tomado el peso de esta tremenda propuesta. Por lo menos si aún no tenemos este museo que tanto necesita el bicentenario, el nuevo libro nos da un primer atisbo, nos pone la piedra angular de un camino que se proyecta hacia un futuro esplendor en cuanto a nuestras tradiciones más lindas se refiere.
Las 71 páginas de este volumen bellamente diseñado a todo color, como un catálogo especializado nos introduce a un recorrido por nombres y objetos. En los juguetes de Ejército encontramos camioncitos blindados, tanques de lata de Envases Vásquez de la década del 40. Cañones de plomo fundido, jeep militares, tractores de artillería marca Pinocho, tambores de hojalata Neumann, cascos y soldaditos. En aviación encontramos preciosos avioncitos de lata litografiada, aeroplanos trimotor, biplanos e incluso piezas recortables. En los capítulos dedicados a bomberos, carabineros y marina no asomamos a lo bello del oficio y de las tradiciones cívicas del antiguo Chile.
Hola mi nombre es Cristián González y estudio diseño en la Universidad de Valparaíso, me interesa mucho el tema de los juguetes producidos en Chile y estoy haciendo mi titulo sobre ello, ya me conseguí el libro “Juguetes del fin del mundo” pero el “Juguetes con uniforme” no lo he podido encontrar, ni siquiera en la Biblioteca Nacional. ¿Cómo me puedo contactar con el señor Juan Antonio Santis, para entrevistarlo? Mi e-mail es cristian.paper@gmail.com.
ResponderEliminarVale por todo y excelente blog