miércoles, 7 de junio de 2017

Hans Scott: “No hago fotos para los fotógrafos”.


(Hans Scott, Santiago, 1989. El año 2010 ingresa a la Escuela de Comunicaciones ALPES a estudiar la carrera de Fotografía Periodística. En agosto de 2011 comienza a colaborar en The Clinic, al mismo tiempo en que participa de un taller de fotoperiodismo dictado por Walter Astrada en el Museo Nacional de Bellas Artes, finalizado con una exposición colectiva en el Centro Cultural Estación Mapocho. En junio del 2012 realiza, junto a dos compañeros en la Sala 13, la exposición “Primera Línea”, una retrospectiva del movimiento social que se reactivó el año 2011 con las demandas estudiantiles. El mismo año egresó de Alpes y comenzó a trabajar como reportero gráfico en AgenciaUno hasta enero del 2015. Ha sido colaborador además del diario La Tercera y la revista Qué Pasa. Conjuntamente desarrolla proyectos fotográficos personales.)

Hans se convirtió en fotógrafo por casualidad. Un día, mientras paseaba por las inmediaciones de San José de Maipo, vio un letrero puesto en una muralla o en un poste de la luz. Era una propaganda del Instituto Alpes. Lo pensó un rato, arrancó el papel, lo guardó y se olvidó. Tiempo después estaba a punto de firmar para aceptar un trabajo en un local de neumáticos cerca del barrio República. No le cayó bien quien iba a ser su jefe así que antes de aceptar el contrato dijo que saldría un momento a fumar. No volvió. En vez de eso se acordó del Alpes, fue y terminó inscrito en fotografía periodística. Ahí nos conocimos. 
Siempre me llamaron la atención dos cosas de Hans. La primera fue en verdad algo que teníamos todos los que compartimos la carrera de fotografía periodística el año 2010: el entusiasmo por salir a la calle; fiebre por hacer fotos y fotos; encontrarnos de esa manera con la vida, en marchas por la educación y protestas, en nuestras casas y su paisaje íntimo, en el centro de Santiago y sus recovecos: galerías, locales y esquinas. Un profesor nos había dicho que hacer fotos, tomar la cámara y disparar, era como bailar con la vida. Alrededor de uno se movía el mundo y uno  disparaba desde el corazón hacia afuera, y los ojos chocaban con el pavimento o con la extrañeza  de las cosas que palpitaban sobre, entre o bajo la ciudad. Hans siempre fue un bailarín entusiasta y encantador.
Salíamos seguido a la calle en grupo y nos perdíamos por ahí en barrios o plazas, haciendo retratos, pidiéndole a la gente que posara y en fin, siempre como jugando, aunque muy seriamente claro, con la luz que entraba en bares de mala muerte o por los intersticios estancados de Santiago. Allí donde el tiempo era raro como la gente, que de un lado a otro  formaba el teatro de nuestras primeras fotos.
Hablábamos así mimo sin parar de los referentes que íbamos conociendo y de las fotos que nos  gustaban. En esa generación estaban Francisco Farías, Felipe Guarda, Sebastián Salgado, Wilson Gajardo, en fin. Todos excelentes fotógrafos y amigos. Además, teníamos buenos guías: Oscar Wittke, Marcela Barahona, Gabriela Jara, Mauricio Valenzuela, Alejandro Hope, Héctor Flores, entre otros. Hans puntualiza “Hace poco leí una frase que decía que uno toma fotos no solo con la cámara, sino también con las películas que ha visto, la música que escucha y los libros que ha leído... Y para mí, también con las personas que han sido parte de uno. Y en eso hay un puñado de gente que para mí entran en mis fotografías”.
Sonaba tan cuerdo en ese momento el hecho de gastar todo nuestro tiempo buscando historias e imágenes. Eso era todo lo que importaba: hablar de fotos, tomarle fotos a lo que se moviera, vivir, caminar sin rumbo por la ciudad y vivir más. Y aunque fueran malas fotos en verdad lo realmente importante, lo imprescindible, era vivir como fotógrafos, es decir, movidos por una extraña energía que nos impulsaba hacia adelante, una ansiedad empujada solo con el  excéntrico objetivo de querer ver el enjambre del mundo como un mar moviéndose hacia el horizonte. Esa era la felicidad y esa era la fotografía en su más sencillo pero también más entrañable sentido.
 Con el tiempo nuestros gustos se fueron haciendo nítidos y en el caso de Hans el camino fue el fotoperiodismo. Y he aquí lo segundo que siempre me llamó la atención de él: su facilidad para encontrar temas. O dicho de otra manera, su llegada con el mundo y con las historias que se proponía desarrollar y a las que siempre entraba con el corazón de frente, es decir, con la honestidad del artista que pertenece a lo que hace. Creo que por eso siempre se le han abierto las puertas, aunque a veces no haya sido tan fácil. Cuando nos juntamos para hacer esta entrevista habían pasado un par de años de que no nos veíamos, aunque siempre supe de él por las buenas portadas que publicaba en La Tercera o Publimetro a través de AgenciaUno, o por su página web y blog. Había sido padre de gemelos y preparaba una exposición sobre ese proceso, un tópico complejo, ya que se había separado de la madre de sus hijos. A raíz de esta situación y tras un proceso largo y complicado de reflexión, montó una muestra tituladas Papel Volantín, que actualmente se exhibe en Sala 13  y reúne varios trances de ese quiebre. 
 Hijo de la transición, vivió su adolescencia en los dos miles, o sea en el escenario de una sociedad que recién cuestionaba, primero tímidamente y después con gran vigor, la llegada de la democracia. Su escenario: colegios públicos –donde participó activamente en la Revolución Pinguina-, religiones del margen, ferias libres o canchas de barrio, viajes en tren a pueblos cercanos a Santiago, descampados donde había torres de agua enormes y relucientes bajo el sol de esta ciudad contaminada, la calle y los pacos golpeando estudiantes, en fin. Junto con ser desde joven un diletante y miembro o parte inseparable de ese paisaje desolado en que viven los chicos de la periferia, siempre quiso ver más allá de lo que el mundo le proponía como dogma u obligación. Parte de un paisaje particular y obsesionado con desentrañar sus oscuridades, en ese empeño la fotografía se convirtió en el pretexto indicado para vivir y llegar al fondo de las cosas. Para cuestionar y romper prejuicios, para reescribir taxativamente sobre la hipocresía  y el miedo de lo que le proponía como normalidad la generación de sus padres.
 Siempre directo totalmente, afirma que está de acuerdo en la manera en que Boric o Jackson han confrontado a los pescados grandes de la política como Lagos: “me encantó como Boric le dijo a Lagos que después de Pinochet fue él el que terminó de vender el país.  Me gustan porque son jóvenes que enfrentan las cosas y las dicen”. 

Emiliano: Me imagino que te representa eso de decir las cosas de frente. Háblame de ese ímpetu que tienes por contar historias ¿De dónde sale?

Hans Scott: Las historias que he buscado siempre son historias que me son familiares, aunque no necesariamente familiares pero son, eso sí, similares a lo que viví de niño en mí comuna. Pedro Aguirre Cerda es bien rara. Mi población es de puros viejos, es muy tranquilo, es como un oasis rodeado de marginalidad; afuera hay droga, tráfico, allanamientos de la PDI. Está eso que se ve en la periferia y no se ve en el centro. Algo particular. En ese sentido no hago fotos para los fotógrafos. Por ejemplo, hace unos años me metí a un circo de travestis, que es un tema dentro de la  fotografía muy cliché, que  todos lo han hecho o muchos lo han hecho. Olivares lo hizo, Cristian Ochoa creo que también. Esas fotos las hice porque a mí me gusta. Busco historias por la necesidad pura de hacer fotos. 

Emiliano: Pienso en ciertos fotógrafos que buscan descender a un estrato particular de marginalidad, pero que no pertenecen a ese paisaje. No lo conocen y como que bajan a la pobreza. Van a los circos pobres no a buscar trabajo por ejemplo, si no a hacer una suerte de turismo social. Tú, en cambio existes, has existido siempre en ese paisaje.

Hans Scott: Siempre viví rodeado de eso. Hay algo que para mí es clave. Mi infancia y adolescencia fueron súper reprimidas. Estuve en un colegio adventista y crecí con eso de que los homosexuales eran malos, de que los travestis, de que los que fumaban marihuana, de los que no iban a la iglesia eran malos. Cuando salgo de ahí, cuando en mi adultez decido no ser más parte de eso, empecé a acercarme a todas esas cosas que un día se me negaron por regla religiosa. Creo que eso, por lo menos de manera inconsciente, me empuja a buscar temas en la fotografía. Busqué los circos de travestis o los gitanos que siempre me dijeron eran personas malas. Parte de eso era verdad, pero yo necesitaba comprobarlo, verlo con mis propios ojos. De hecho, cuando hice el tema de los gitanos prácticamente terminé alimentando a la mitad de la tribu para poder estar ahí y hacer  fotos.

Emiliano: Cuéntame de ese tema. Esa necesidad de estar ahí, de entrar a fondo en lo que vives.
Hans Scott: La tribu a la que fui estaba dividida en dos por un camino peatonal. Los del lado izquierdo eran los más cauticos con la plata; que siempre tenía que llegar con algo, que tenía que comprarle pañales a las guaguas. Los del otro lado a la pinta, con ellos me hice muy amigo. Una parte de lo que me contaron era verdad; me dijeron que lo de leer la mano era una farsa. Un gitano me dijo, mire compadre, un poquito antes de que usted llegara vino un viejo con tres millones de pesos pidiendo ayuda porque juraba de guata que las gitanas pueden ver el futuro. Aquí cuando las gitanas ven a alguien que saben que va a caer,  se la hacen. O cuando fui al circo travesti, en que me centré en un personaje que fue la Sacha, que era como la diva del circo. El primer día que fui decidí que el tema lo haría sobre ella. Ella se estaba cambiando de ropa; cuando no había función salía a prostituirse. Mientras estaba sacándole fotos en el camerino me propuso hacerme sexo oral, de regalo. En ese momento la mamá de los niños estaba embarazada y si a lo mejor el contexto hubiera sido otro yo hubiera dicho, claro. Estamos en esto, metámonos a fondo, pero no era el caso y me puse nervioso y no supe qué hacer. Ella se cagó de la risa y me dijo ya, tranqui. Pero bueno, para mí la cosa se trata de eso, buscar historias por amor a las fotos, y no hacerlas para nadie o hacerlas para el que quiera mirarlas. Son las  fotos que me interesan. Eso es de lo que yo me rodeé siempre. Mis fotos son de lo que yo conozco. Me interesa menos hacer fotos de lo que no conozco, como pasa en prensa. Hay que enfrentarse a un economista por ejemplo. Un tipo que ha viajado por todo el mundo hablando de economía y  ni siquiera sabes cómo se llama o cómo acercarte.









Emiliano: ¿Cómo has sistematizado tu trabajo en estos años? Recuerdo que estuviste en La Tercera donde hiciste portadas notables, también en Publimetro. Ahí publicabas muy buenas fotos con AgenciaUno. Después vi que subías trabajos a un blog y después te ordenaste con una web en que empezaste de lleno a subir temas ya más trabajados. 

Hans Scott: Yo tenía un gran desorden. Cuando estudiaba por ejemplo me entusiasmaba con una cosa, luego con otra. En un momento cuando estaba en la agencia me vino una depresión muy fuerte y bueno, de ahí decidí ordenarme. Si voy a dedicarme a algo voy a hacerlo bien, dije. Estoy tratando por año de sacar un tema. El 2014 hice el circo travesti, el 2015 hice otro sobre los cowboys; el 2016 le di con los gitanos. Con el circo trabajé un mes, con los cowboys tres meses; vi la domadura de toros y me pareció bellísimo. Eran todos temas que me interesaban. Son todos temas desde la periferia donde yo era ajeno.









Emiliano: Hace un tiempo te convertiste en padre. Tu reciente exposición inaugurada en la Sala 13 de Instituto Alpes habla de ese proceso ¿Cómo llegaste a convertirlo en una muestra?

Hans Scott: Es cuando llega el momento en que sé que seré padre. Me echan de la agencia y voy a Tomé un día de paseo. Vamos a un rio con mi polola y ella se siente mal. Ahí supe que estaba embarazada. Yo andaba con mi cámara y no se me ocurrió nada más que hacer fotos. Y a raíz de una primera foto decidí seguir mi paternidad con un tema. Con el tiempo las fotos comenzaron a seguir distintas aristas, y al final tomaron mucho el vuelco de la incomprensión entre la pareja. Empezó a notarse la angustia que vivíamos y la distancia que empecé a tomar y a sentir. 

Emiliano: ¿Ese es el tema?

Hans Scott: Las fotos se tratan de mi ex. Ella es la protagonista y el amor y admiración que le tengo como  mujer. La exposición se gestó a partir de una lectura de portafolios que organizó Alpes. Yo me metí con un portafolio muy artesanal. Un cuadernito de Lápiz López, imprimí fotos, puse 4 temas y revisaron. Fue una grata sorpresa que me dieran de ganador de la lectura. Cuando me dieron a elegir qué exponer, pensé inmediatamente en este tema. Se lo conté a Víctor Rojas y le gustó por su trasfondo, por ese poder hacer fotografías donde tu estas y no ir a buscarlas a un lugar lejano. En el blog hay 400 fotos de este tema, y fue un trabajo muy duro dejar las 21 que se expusieron.

Emiliano: me interesa esa idea de no ir a buscar las fotos afuera, sino de encontrarlas en lo cercano e íntimo. Creo que eso es más difícil que ir  a la India a buscar el tema, por ejemplo. 

Hans Scott: Creo que es más difícil porque yo como fotógrafo puedo no tener rollos de mostrarme, de exponer mi intimidad, pero tal vez mi pareja o ex pareja no es igual que yo, mis hijos no tienen la voluntad de decidir sobre eso tampoco. Es más, creo que no te lo dije, una semana antes de la expo, con Isamar -la mamá de mis hijos- estábamos muy peleados y ella me amenazó con demandarme si hacía la expo. Y es difícil porque, por darte un ejemplo, la sasha se prostituye cuando no hay show en el circo, los gitanos aspiran neoprén delante de sus niños, pero a mí no me duele, sí me impacta, pero no me duele como me duele que la mamá de mis hijos piense demandarme o como me duele ver la foto que hice del auto alumbrando el portón cuando me fui de la casa

Emiliano: Eres súper descarnado para enfrentar tu intimidad;  hay muchos que buscan un tema que no se relaciona con ellos, algo que está afuera. Tú en cambio confrontas la vida desde tus propias heridas. Eso es ser ciertamente un fotógrafo que asume riesgos.

Hans Scott: Hay muchos que no se muestran ellos mismos. Creo que es una manera de ir conociéndome, de descubrirme. Siempre uno está retratando realidades que son ajenas a uno, que si bien, te haces parte de ellas al estar, al conversar, al hacer fotos, al final del día sabes que no es tú realidad. Me pasa siempre, me pasó con los gitanos, con la sasha, con la gente del mega incendio de valpo. ¿Por qué no podemos mostrarnos nosotros entonces? Hay personas que me han marcado hablando de este tema, y una de las que más eco me hizo en el alma fuiste tú cuando retrataste a tu mamá. Lo encontré de una valentía absoluta. Mostrar mi vida, sentarme y mirar las fotos, intentar verme desde afuera, es combatir esa idea de sentirme un intruso cuando tomo imágenes.

Emiliano: Si, pero para mostrarse a uno mismo hay que ser confrontacional al máximo.

Hans Scott: Hay una foto que es muy así; en un momento la mamá de mis hijos me pide que no le tome fotos y yo le tomo igual y la subo. 

Emiliano: ¿Pero para qué?

Hans Scott: No era cosa de ganar nada si no para mantenerme en paz conmigo mismo. 

Emiliano: ¿Cómo?

Hans Scott: Creo que lo puedo comparar a cuando en el hospital me preguntaron por qué quería tomarle fotos a mis hijos hospitalizados, llenos de máquinas, entubados, y recuerdo haberles respondido que ese momento era parte de la vida, y es la forma que tengo de combatir el olvido.  Con esa foto de la Isa tapándose la cara, evitando la foto, es lo mismo, era un momento muy muy duro y tomé las fotos por eso mismo, porque si era un momento de la vida, de la mía, ¿por qué no recordarlo? Es la forma que encontré para sanar cuando estuve con depre,  recordar lo mal que lo pasé y nunca olvidarlo, para que en los momentos inestables, pudiera recordar el hoyo del que salí y darme ánimos. Tal vez con los años, emocionalmente me encuentre mucho mejor, pero esas fotos estarán para recordarme lo duro que a veces se puede volver el camino; que quién más amas te puede querer esquivar; es sólo la lucha contra el olvido. El olvido me asusta, y por eso la foto me ayuda a tranquilizarme.

Emiliano: Cuéntame de tus nuevos proyectos.

Hans Scott: Estoy con dos proyectos a full. Uno es el everydaychl que es este grupo de fotógrafos que usamos Instagram como plataforma para mostrar fotos del cotidiano de Chile con imágenes hechas sólo con las cámaras de los celulares. Soy uno de los dos editores del proyecto, aparte de aportar también con fotos. Además estoy trabajando un tema sobre la hípica que es un trabajo en el club hípico retratando el cotidiano del lugar más allá de la carrera, que es lo que menos me importa en verdad. Estoy en conversaciones con ellos y ya tengo la aprobación del jefe de marketing y comunicaciones para terminar el tema con una expo, que me propusieron fuera el día del clásico El Ensayo en el salón de los socios, lo que sería financiado por ellos Aparte el hacer fotografía análoga como ejercicio de aprendizaje también me tiene ocupado, ya que revelo yo y amplío  y todo.  El proceso lo hago en el laboratorio que armé en mi casa.






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