Una vez afuera de esta primera galería que sale hacia Huérfanos 1052, junto a donde estuvo el viejo teatro Royal en que alguna vez cantó Gardel, podemos continuar el viaje por el pasaje Edwards. Este turbio fondeadero de localuchos unidos por el enclaustramiento y el olor a viejo nos ofrece una sensación especial. Las peluquerías conviven aquí con las agencias de lotería, fotocopiadoras, cines porno, filatelias, compraventas de joyas en el subterráneo, un local enorme y fuera de tono de Falabella, etc. Adentrándonos bien y ya caminando hacia Ahumada, cruzando el paseo peatonal, tenemos el Pasaje Matte y su estridente brillo de joyerías y cafés con pierna repletos por la tarde. Siguiendo por ahí, y ya por el lado de Estado, encontramos la Galería España. Aquí se destacan la Librería Francesa y la tradicional Juguetería Alemana llena de miniaturas de soldados y aviones para armar. Su vitrina es recuerdo recurrente para muchas generaciones que aquí se surtieron de los juguetes más exclusivos y curiosos de Santiago. Caminando por estos pasillos encontramos, además, una fauna de pintorescas tiendas de decoración, repletas de estatuillas y mapas mundi, armas a fogueo y rompecabezas. Sus múltiples salidas nos ofrecen más laberintos: viejos cines encallados entre la soledad de peluquerías y sexshop, tiendas de esoterismo y más filatelias o tiendas de ortopedia, locales de todo a mil, librerías, tiendas de pelucas, etc. Recuerdo a Neruda que decía, “a veces el olor de las peluquerías me hace llorar a gritos”. Uno, como él, camina por aquí, “marchito como un cisne de fieltro”, entre estas turbias y enredadas aguas de origen y ceniza, alumbradas siempre por pequeños y miserables soles de tungsteno.
domingo, 29 de noviembre de 2009
Laberintos de melancolía pura
Una vez afuera de esta primera galería que sale hacia Huérfanos 1052, junto a donde estuvo el viejo teatro Royal en que alguna vez cantó Gardel, podemos continuar el viaje por el pasaje Edwards. Este turbio fondeadero de localuchos unidos por el enclaustramiento y el olor a viejo nos ofrece una sensación especial. Las peluquerías conviven aquí con las agencias de lotería, fotocopiadoras, cines porno, filatelias, compraventas de joyas en el subterráneo, un local enorme y fuera de tono de Falabella, etc. Adentrándonos bien y ya caminando hacia Ahumada, cruzando el paseo peatonal, tenemos el Pasaje Matte y su estridente brillo de joyerías y cafés con pierna repletos por la tarde. Siguiendo por ahí, y ya por el lado de Estado, encontramos la Galería España. Aquí se destacan la Librería Francesa y la tradicional Juguetería Alemana llena de miniaturas de soldados y aviones para armar. Su vitrina es recuerdo recurrente para muchas generaciones que aquí se surtieron de los juguetes más exclusivos y curiosos de Santiago. Caminando por estos pasillos encontramos, además, una fauna de pintorescas tiendas de decoración, repletas de estatuillas y mapas mundi, armas a fogueo y rompecabezas. Sus múltiples salidas nos ofrecen más laberintos: viejos cines encallados entre la soledad de peluquerías y sexshop, tiendas de esoterismo y más filatelias o tiendas de ortopedia, locales de todo a mil, librerías, tiendas de pelucas, etc. Recuerdo a Neruda que decía, “a veces el olor de las peluquerías me hace llorar a gritos”. Uno, como él, camina por aquí, “marchito como un cisne de fieltro”, entre estas turbias y enredadas aguas de origen y ceniza, alumbradas siempre por pequeños y miserables soles de tungsteno.
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la melancolia en lugar de la nostalgia.
ResponderEliminartenemos muchas cosas de qué hablar.
te veré este prox viernes?
un gran abrazo
yo encontré un cueno q habla de la melancolia y de santiago acá
ResponderEliminarhttp://www.tauzero.org/2003/05/los_que_no_vuelven/
(y lea revista gotera acá
gotera.tk)